

RAÍCES
RELACIONES ENTRE LO COMPUTACIONAL Y LO HUMANO
Título:
Raíces. Relaciones entre lo computacional y lo humano
Miembros del equipo:
Cecilia Pineda Calvillo (Artista), Esther Rodríguez Pluma (Artista), Mariano Luque Romero (Artista), Miguel Mendoza Malpartida (artista), Pedro Escobar Rubio (Ingeniero informático), José María Delgado Sánchez (Ingeniero de Software)
Científico:
Dr. David Orellana Martín
Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial
Semilla:
IA_03 “La complejidad de lo simple”
Técnica:
Instalación escultórica. Vainica, serigrafía y proyección digital interactiva
Medidas:
200 x 200 cm
LA VISIÓN DEL COMISARIO SOBRE LA OBRA
La instalación Raíces ha sido creada por los artistas Mariano Luque Romero, Miguel Mendoza Malpartida, Cecilia Pineda Calvillo y Esther Rodríguez Pluma en colaboración con los ingenieros informáticos José María Delgado Sánchez y Pedro Escobar Rubio, y partiendo del estudio del experto en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial David Orellana Martín. Buscando, no obstante, una integración absoluta de la creatividad humana y los modelos matemáticos y computacionales, la obra pone en relación piezas de arte textil con iluminación, sensores, algoritmo y hardware.
Los creadores de la pieza partieron de un análisis de los autómatas celulares, esos modelos matemáticos y computacionales que modelan sistemas naturales y que se enfrentan a lo mismo que los sujetos humanos, a una interacción local que provoca respuestas complejas que afectan a cada individuo y al entorno. La interacción con la obra por parte de las personas que se acercan hace aún más denso ese entramado de decisiones que hermanan los algoritmos matemáticos con el comportamiento humano de una manera sutil, al tiempo que proyecta la creatividad de los productores de la instalación con la vida de ésta, porque la obra sigue creando, sigue enriqueciendo una urdimbre de impresiones y de datos sin término.
Raíces apunta a la idea de que la acción circunstancial de un solo sujeto puede llegar a modificar el entorno. Lo hace desde la asunción de que nuestros entornos integran ya lo natural y lo sintético, la voluntad humana y la inteligencia artificial, el comportamiento natural y el comportamiento computacional. El inicial contraste entre lo textil, que el arte actual vuelve a tomar prestado de la tradición artesanal, con la computación avanzada, queda muy pronto resuelto en este ecosistema de autómatas celulares que se abre a la presencia del espectador.
La vida eterna de la obra devuelve también un conocimiento a sus creadores, porque el sistema permite recopilar datos a través de los sensores y analizar así la interacción del público con la pieza instalativa. Los autores confían en obtener conclusiones para futuras creaciones transdisciplinares y abiertamente colectivas como ésta.
LA VISIÓN DE LOS CREADORES DE LA OBRA
Como los hilos de la urdimbre destramada que se arremolinan y enredan al inicio de esta obra y se van ordenando a medida que la mirada del espectador avanza por ella, así son las relaciones entre humanos y de estos con la nueva inteligencia artificial. Relaciones que van de lo simple a lo complejo, de los hilos enmarañados a la complejidad ordenada del tejido acabado y serigrafiado sobre el que se proyectan los autómatas celulares. Estos que parecen generarse de forma aislada y aleatoria se van agrupando y relacionando de forma cada vez más compleja, según interactúen entre sí afectados por la presencia de los espectadores.
Los autómatas celulares se basan en un modelo matemático para generar un sistema dinámico, se podría decir que vivo, y que se compone de un conjunto de células susceptibles de poseer diferentes valores según su interacción con las otras unidades que le rodean, es decir, con su hábitat. Desde aquí trazamos un paralelismo con la complejidad de las relaciones humanas; elemento imprescindible para el funcionamiento de esta pieza. De la interacción del espectador con la obra se genera el funcionamiento de la IA, la proximidad del espectador pone en marcha la parte máquina que es la mitad de esta obra.
La otra mitad es un paño de arpillera de grandes dimensiones sobre el que se proyectan los autómatas celulares. Esta pieza textil está trabajada con serigrafía y vainica. Esta labor de artesanía, hoy en desuso, se hace destramando parte del tejido para liberar la urdimbre que luego se vuelve a agrupar o separar creando motivos decorativos. Al igual que en la labor de vainica los hilos se van destramando y reconstruyendo, las dos mitades de esta obra se van interrelacionando para formar una sola cosa, desde las múltiples unidades a la multiplicidad unificada, de lo sencillo a lo complejo.