“STRANGER VISIONS”, HEATHER DEWEY-HAGBORG (EE.UU.)
Título de la obra: Stranger Visions
Autor: Heather Dewey-Hagborg
Fecha: 2013
Fuente:
http://deweyhagborg.com/projects/stranger-visions
RESUMEN DE LA OBRA
«En Stranger Visions recogí cabellos, chicle y colillas de cigarrillos de las calles, baños públicos y salas de espera de la ciudad de Nueva York. Extraje ADN de ellos y lo analicé para generar computacionalmente retratos a todo color de tamaño natural impresos en 3D que representan cómo se verían esos individuos, según la investigación genómica. Trabajando con los rastros que los extraños dejaron sin darse cuenta, el proyecto pretendía llamar la atención sobre el desarrollo de la tecnología de fenotipado de ADN forense, el potencial para una cultura de vigilancia biológica y el impulso hacia el determinismo genético.»
INSPÍRATE
Imagina entrar en una exposición de un museo de arte contemporáneo en el que descubres atónito que, entre la multitud de bustos hiperrealistas que se exponen, hay uno que guarda un gran parecido con un viejo amigo tuyo: tú mismo.
Supón que, cautivado por este momento de gran perplejidad, decides descubrir cómo puede haber sucedido este hecho, cómo puede alguien haber colocado tu imagen tridimensional en ese espacio sin tu permiso. Experimentas sentimientos encontrados: de admiración y rabia, de curiosidad y sobrecogimiento.
Entonces, movido por la necesidad de saber más sobre la obra, averiguas que se titula “Stranger Visions”, de la artista Heather Dewey-Hagborg (EE.UU.). Observas cómo ella ha cuidado al máximo los detalles, dotando a la imagen de una textura y cromatismo que le infieren un potencial de presencialidad extraordinario y cautivador.
Imagina ahora que esta obra de arte contemporáneo SciArt llevara una pequeña reseña en la que se explica que aquellos rostros se corresponden con seres humanos reales, con nombres y apellidos desconocidos, pero que han dejado su huella más fidedigna a través de los restos fisiológicos que su cuerpo ha ido liberando de forma natural. En concreto, a través de cabellos marchitos, chicles y colillas que han caído al suelo en un lugar transitado por el público.
Leyendo un poco más sobre la obra, descubres atónito cómo la artista ha tenido la genial idea y la osadía de sumergirse en el conocimiento del “fenotipo”, tecnología científica por la cual es posible determinar la apariencia de un ser humano a partir de su ADN. Los científicos la desarrollaron durante años para ayudar, entre otras cosas, al estudio forense y para poder simular cómo evoluciona el rostro con la edad con el objetivo de encontrar a personas desaparecidas.
Y ahí estás tú, y esa obra te produce tal impacto emocional que decides también sumergirse en el conocimiento del código genético, un concepto del que has oído hablar en los medios de comunicación, pero que sólo conoces superficialmente.
Imagina que trasladamos esta obra a un museo de ciencia y que algunos profesionales aprovechan las posibles lecturas de la misma para desplegar un mapa de conocimientos y de sensaciones.
Un biólogo explica qué es el ADN y qué parte del mismo permite llegar a reconstruir con precisión un rostro.
Un médico forense explica el instrumental y la tecnología del fenotipo, escudriñando en un lenguaje cercano al público los principios en los que se sustenta.
Un matemático y un ingeniero hablan de la reconstrucción tridimensional de los rostros, de cómo un ordenador es capaz de generar ese busto virtual, y de cómo puede materializarse mediante una impresora 3D.
Un antropólogo y un filósofo despliegan un mapa conceptual de lecturas polisémicas, polémicas y a la vez necesarias sobre la ética en la investigación científica, sobre la identidad y la privacidad.
«Stranger Visions” es un ejemplo de cómo una obra de arte puede estar inspirada en conocimientos científicos y tecnologías avanzadas. También es un ejemplo de cómo una obra SciArt puede despertar la curiosidad de los espectadores por la ciencia y sus avances.
¿QUÉ NOS TRASMITE ESTA OBRA?
¿Qué materiales / medios se emplean en la obra y por qué?
Esta obra podría considerarse de tipo escultórico-instalacionista. Está compuesta por una serie de objetos que reproducen rostros humanos tridimensionales fabricados digitalmente usando una impresora 3D en color. Los materiales elegidos para positivar la obra están cuidadosamente escogidos para asemejarse lo más posible a la textura y color de la piel y los ojos de los seres humanos reproducidos.
¿Qué significado tienen los elementos de la obra?
Esta obra está compuesta por una colección de rostros tan anónimos como reales, tan presentes como enigmáticos. Parecen sacados de un sueño o incluso una pesadilla. Son rostros homogeneizados en cuanto que carecen del cabello, y fijan nuestra atención en sus características más sensoriales: la piel y los ojos. Son rostros que recuerdan en parte a las máscaras mortuorias o a las primeras fotografías “Memento Mori” que pretendían guardar una imagen de una persona recién fallecida. Pero, sobre todo, son rostros que nos hacen preguntarnos hasta qué punto nuestra identidad nos pertenece, y cómo nuestra genética determina nuestros rasgos fisiológicos. A su vez nos hace cuestionarnos si ese determinismo genético también tendrá su correspondiente proyección en nuestros rasgos psicológicos. ¿El ADN determina nuestro aspecto, o también nuestro carácter? ¿Somos dueños o esclavos de nosotros mismos y de nuestra genética? ¿Qué nos condiciona más como personas, nuestro ADN o nuestra cultura?
Esta obra, asimismo, es un excelente ejemplo de cómo una artista puede llegar a indagar sobre los procedimientos y tecnologías científicas, en este caso forenses. A diferencia de otras obras SciArt, no está basada en imágenes científicas sino en datos tan sensibles como nuestro ADN. En un momento histórico en el que nos cuestionamos continuamente nuestra huella digital en el contexto del Big Data y la Inteligencia Artificial, esta obra proyecta nuestros pensamientos a una dimensión diferente, para reflexionar sobre nuestra huella biológica primigenia: nuestro ADN.
Fragmentación / Apropiacionismo: Curiosamente, en este caso no hay una fragmentación y apropiacionismo de recursos culturales pre-existentes. La artista no se ha apropiado de la imagen de una persona rescatada del acervo fotográfico inconmensurable de las redes sociales, sino que se ha apropiado sin su permiso de su ADN y ha aprendido a decodificarlo e interpretarlo en una aplicación de visualización forense. Por tanto, la fragmentación intrínseca en las muestras recogidas y analizadas por la artista (pelos, chicles y colillas), así como el apropiacionismo de la información genética subyacente nos llevan a un momento de sobrecogimiento estético y admiración por la ciencia subyacente al mismo tiempo. Desde el punto de vista filosófico, nos inquieta saber que nuestro ADN está ahí, a disposición de cualquier persona que quiera llevarlo a un laboratorio y sacar no sólo información de nuestro aspecto, sino de nuestra salud física y mental, de nuestro intelecto, etc. En definitiva, nos sentimos desnudos y expuestos al libre albedrío de cuantos nos rodean.
Simulacro: En el caso de esta obra, el simulacro se transforma en realidad, en cuanto el determinismo genético hace que la probabilidad de que esos rostros anónimos reflejen de forma fidedigna los rostros reales es muy elevada y esto, en palabras de la autora “llama nuestra atención sobre el potencial para una cultura de vigilancia biológica y el impulso hacia el determinismo genético”.
Sobre el artista
Heather Dewey-Hagborg es una artista y biohacker interesada en el arte como investigación y crítica tecnológica. Tiene un doctorado en Artes Electrónicas del Instituto Politécnico Rensselaer. Es profesora asistente visitante de medios interactivos en NYU Abu Dhabi, miembro del programa interdisciplinario Art of Practice del Sundance Institute, artista en residencia en el Exploratorium y es afiliada de Data & Society . Es miembro fundador de la junta de Digital DNA , un proyecto financiado por el Consejo Europeo de Investigación que investiga las relaciones cambiantes entre las tecnologías digitales, el ADN y la evidencia. También es cofundadora y cocuradora de REFRESH , una plataforma colaborativa inclusiva y políticamente comprometida en la intersección del arte, la ciencia y la tecnología, y codirige el grupo de investigación Descolonización de medios interactivos en NYU Abu Dhabi.
Autora del análisis: Rocío García Robles